martes, 30 de enero de 2018

UNA HISTORIA DE ACTITUD POSITIVA


Quienes mueren no siempre se van a descansar en paz, incluso, para convencerlos a que olviden los problemas de esta vida, a algunos difuntos es necesario emborracharlos.

 

Apareció de la nada, cuando lo vi estaba a mi lado. ¿Quién es Usted y qué busca? le pregunté. Se sentó en el suelo, me miró y dijo: Mi propio nombre era Víctor, pero, por lo flaco, todo el mundo me llamaba Canuto. Yo paso por aquí cada rato. Esta discoteca era mi sitio preferido, y estoy muy agradecido con Usted por las ayudas que me hizo cuando yo vendía mercancía.

Su rostro se me hacía conocido y mientras yo trataba de recordar dónde lo había visto, él añadió: Recuerde que, en Tamalameque, Usted me dio la mano cuando yo estaba llorando en el piso, porque sus compañeros me habían retenido una mercancía. Usted me dio la mano, yo me levanté del piso, le conté que tenía un hijo enfermo y que esa mercancía la había comprado con plata prestada. En ese momento era como si el mundo me hubiera caído encima, y Usted me salvó; les dijo a sus compañeros que yo era pariente suyo y ellos me devolvieron la mercancía. Después, más que todo en Buritaca, me ayudó varias veces, y si no lo recuerda es porque, a cambio de nada, Usted les ayudaba a los merqueros pobres. Y, como ocurrió cuando Usted era aduanero y yo merquero, vengo a pedirle una ayudita.

 Para mí, ahora las cosas estaban invertidas: De repente, el mundo me había caído encima. Antes de renunciar del empleo había planeado y realizado varias cosas para que todo saliera bien, y me estaba yendo bien, pero de un día para otro el gobierno prohibió la circulación nocturna de motos. Y, en esa época, mi clientela, que casi toda era gente de clase media, andaba en moto, y, por los efectos de esa prohibición, las ventas de mi negocio se fueron al piso. Además, desde cuando mi negocio cayó en la mala, mi mujer me tenía demandado, para separación y reparto de bienes.

Destruyendo las instalaciones de la discoteca, para cambiar de negocio, había trabajado todo el día. Cuando llegó ‘Canuto’, ya estaba oscureciendo y yo estaba sentado en un arrume de escombros de concreto, descansando y pensando cómo sacar algo positivo de las adversidades que estaba afrontando.

Desde que lo vi supe que era un fantasma y de inmediato lo examiné. Y descubrí que ‘Canuto’ era un espíritu débil y lleno de odios y resentimientos. Me explicó que él era muy buena persona, pero que las injusticias y la ingratitud de su familia le habían dañado sus sentimientos. Y ahí empezó esa noche un duro trabajo; aunque él me tenía respeto y admiración, resultó difícil la labor de liberar su alma.

La enseñanza del consejo que le di a ‘Canuto’ la aprendí de El Rejugao de Dosbokas, un autodidacta que, espiritualmente, fue instruido por un líder y sacerdote zenú que vivió en la época que su territorio fue invadido y saqueado por bandidos españoles. El Rejugao me explicó que uno debe evitar que el odio ingrese a su espíritu; decía que tener odio y/o resentimientos es igual a llevar en el alma una energía negativa que actúa como una espina espiritual que martiriza al portador y a la vez le impide el ingreso de Amor y de Energía Positiva, dos elementos que son indispensables para la felicidad del ser humano.

 Lo primero que detecté fue que los resentimientos y el odio tenían agobiada el alma de ‘Canuto’. Me explicó que odiaba a su familia, especialmente a sus tres hijos porque lo habían abandonado luego de él haberse sacrificado tanto criándolos y educándolos. Me contó que poco antes de su muerte lo había atropellado un vehículo y que sólo uno de sus hijos había ido a verlo al hospital, y que allí había muerto luego de permanecer varias semanas en total abandono de su familia, inclusive, añadió que sus hijos le cortaron las llamadas telefónicas que él les hizo para despedirse de ellos.

En la práctica, ‘Canuto’ era lo que El Rejugao denominaba como un espirisí, es decir un espíritu positivo e inofensivo que quería favorecer a todo el mundo. Sin embargo, como en los viejos tiempos, llegó a donde mí a pedirme el último favor. Fue al grano, me explicó que estaba perdido en un laberinto de complicaciones surgidas por odiar a sus hijos y que había venido a pedirme una ayuda que le permitiera a su espíritu irse a descansar en paz. Le expliqué que nada ganaba con odiar a sus hijos, que el odio sólo sirve para generarle martirios al alma y que su remedio era olvidar a quienes habían sido ingratos con él.

 ‘Canuto’ era un ser comprensivo, pero fue difícil que su alma aceptara desprenderse de la mezcla de amor y odio que sentía por sus hijos. Me tomó un buen rato aclararle que él no hacía parte de las personas que llevaban en el alma sus hijos y que para que tuviera paz era necesario que ellos salieran de su alma y que en su espíritu no quedaran huellas de que sus hijos hubiesen existido. Una y otra vez le repetía que debía olvidar las ofensas de sus hijos, pero él insistía que le era más difícil olvidar las causas de sus resentimientos que ser un fantasma en penas.

Hacía poco que se había acabado la discoteca. En el local había quedado un enfriador y yo lo mantenía lleno de cervezas y gaseosas. Le dije a ‘Canuto’ que esperara un momento mientras yo iba a traer cerveza; me tomé una cuando abrí el enfriador y llevé dos, había decidido darle cerveza al fantasma. Usando un cuerpo ajeno, los espíritus de los bebedores pueden tomar licor y se emborrachan, mi plan era permitirle a ‘Canuto’ que se tomara unas cuantas cervezas usando mi cuerpo. Se tomó cuatro y asunto arreglado, o al menos eso fue lo que creí cuando me dio las gracias y se despidió. De repente me dijo que por mis consejos ya no sentía odio ni rencores, se desvaneció y nunca mas lo he visto.

sábado, 13 de enero de 2018

QUIZÁ UNA HISTORIA ANUNCIADA DE PATO MUERTO


James Hatfield fue convertido en pato muerto, poco después de haber publicado su libro, titulado El Nerón del Siglo XXI, porque con su obra puso en evidencia la mediocridad personal del presidente Bush y los vínculos de él y de su familia con la mafia y el crimen organizado.

En poco tiempo, FIRE AND FURY se convirtió en un súper éxito, algo que en vez de contento debería tener muy preocupado a su autor, ya que nada de raro tiene que se repita lo ocurrido con el autor de EL NERÓN DEL SIGLO XXI. A continuación adjunto la transcripción del segmento de dicha historia, la cual es una de las tantas que contiene PATO MUERTO, un libro de mi autoría que apenas está en proceso de publicación:

El pato muerto de mi historia escribió un libro titulado El Nerón del siglo XXI. Su nombre era James Hatfield y sus verdugos fueron las mafias del gobierno del presidente de Estados Unidos, George W Bush, quienes no le perdonaron el hecho de haberle sacado los trapos sucios a este nefasto presidente, hijo de presidente, que es considerado por muchos expertos en asuntos políticos como el peor Jefe de Estado que ha ocupado la Casa Blanca y que, según rumores, en su elección presidencial hubo fraude y toda clase de patrañas, cosa que, se ha dicho, se repitió en su reelección.

Dicho escritor, antes de publicar el libro había estado preso, en Texas, por haber servido de intermediario en un atentado que uno de los jefes de la compañía inmobiliaria donde él trabajaba le hizo a una socia y amante, para asesinarla porque ella lo estaba chantajeando con hacer públicas las relaciones extramatrimoniales de ellos dos si él no le permitía aumentar el saqueo de unos subsidios estatales que para fomentar o estimular algunas labores y servicios recibía la empresa. Debido a la voracidad de dicha mujer, los recursos cada vez eran más despojados y, por ese saqueo, surgieron problemas internos de solvencia económica que tenían casi en la ruina a la compañía.

 Al comienzo, Hatfield negó ese asunto, pero después reconoció que había estado preso. Según las explicaciones que hizo en la segunda edición del libro, por el lío extramarital de su jefe se había visto obligado a renunciar y que, cumpliendo el preaviso, había quedado 30 días atrapado y que, en ese lapso, con la intensión de evitar un enorme desfalco le tocó involucrarse como mediador de su jefe y amigo, para convencer y sobornar con 5.000 dólares a un técnico para que fabricara y colocara una bomba en el automóvil de la socia chantajista. El técnico colocó en dicho vehículo una bomba que explotó, pero que por ser inofensiva no causó herido ni generó daños mayores; el autor explicó que, por falta de dinero para la defensa, él había sido el único detenido por ese asunto.

Por presiones políticas y económicas gubernamentales, el cartel de los medios de comunicación de Estados Unidos fue forzado a convertir en un peligroso delincuente a Hatfield. Tan pronto se supo del contenido del libro, los secuaces de Bush arruinaron la fama del autor, desacreditaron su obra y, para evitar líos judiciales, la primera editorial se vio forzada a recoger y quemar todos los libros que había imprimido, pero, poco después, como caído del cielo apareció otro editor decidido a publicar el libro.

En sí, el libro no es mas que una recopilación de los problemas judiciales y personales que de alguna manera se habían sabido del entonces candidato presidencial George W Bush, un delfín político que había tenido problemas de alcoholismo y con el vicio de narcóticos, pero que, por conveniencias políticas y económicas, sus asesores y el cartel de medios de comunicación del país mostraban como un hombre intachable, que hacía parte de la muy trabajadora clase media estadounidense y del que en cierta forma el autor del libro se compadecía.

Aunque su equipo había hecho de todo para maquillarlo, el George W Bush de El Nerón del Siglo XXI ni trabajaba ni era de la clase media, como pretendían que se creyera, sino un inútil oligarca, hijo de papis, que había sido arrestado por consumir y llevar narcóticos y que, mediante varias patrañas, había logrado que los administradores de justicia eliminaran los datos judiciales que figuraban en su contra.

Muchos de los detalles del libro por casos judiciales de Bush eran nefastos para el ahora presidente de Estados Unidos, igual que para sus asesores de imagen, pero El Nerón del Siglo XXI contenía datos que desde el 11 de septiembre del año 2001 se volvieron peores que dichos líos, para el gobernante y su red empresarial, como desde entonces lo era la revelación de que un hermano de Osama Bin Laden había invertido 50.000 dólares en la compañía petrolera Arbusto que era de propiedad de George W Bush, el entonces Jefe de Estado que estaba afrontando el problema de la destrucción de Las Torres Gemelas, un hecho oscuro y lleno de contrariedades que le fue atribuido a Al Qaeda, es decir, a la organización terrorista fundada y dirigida por Osama Bin Laden, cuyo hermano mayor Shafig Bin Laden era socio de Bush en la compañía Arbusto y quien, según se ha dicho, estaba reunido con el presidente Bush en el momento del atentado.

Además, según el libro, la historia de la familia Bush estaba tan ligada a asesinatos, maniobras financieras truculentas, hechos escabroso y toda clase de crímenes que, para hacer una biografía que incluyera todo el clan familiar del presidente, sería necesario escribir varios libros, misión que para este autor era casi imposible ya que la rosca gubernamental y el cartel de los medios de comunicación harían cualquier cosa para convertirlo en pato muerto. Con la intención de silenciar el libro, los servicios de inteligencia habían consultado el asunto con expertos en ese tema y el veredicto era que los libros de ese calado son un veneno de información tan potente que ni siquiera la Santa Iglesia y la Inquisición los pudieron silenciar. Había quedado claro que, para evitar que se alargara ese escándalo, era indispensable eliminar al escritor, pero debía morir por suicidio.

En este mundo no hay cosa importante en la que no estén metidos los intereses de la de la rosca capitalista, política o mafiosa de los Estados Unidos. En la práctica es mucho más complicada la elección del presidente norteamericano que la del pontífice romano, ya que, aunque la Iglesia también está metida en todas las cosas importantes del mundo, en la elección de este presidente están en cuenta muchas riquezas multinacionales y el poder mundial, y en la elección del papa sólo son tenidos en cuenta la supervivencia de la Iglesia, los intereses de la rosca burocrática eclesiástica y de algunas de las monarquías europeas.

De Estados Unidos es la empresa de tiendas más grande del mundo, con sistema de autoservicio, y de estadounidenses son las empresas que producen más de la mitad del armamento que se vende alrededor del orbe; y también son los capitalistas de este país los dueños de las multinacionales que más productos y servicios venden o explotan en el mundo, y, en la práctica, los poderosos dueños de esos conglomerados económicos son los que deciden la elección del presidente gringo.

La influencia de Bush padre fue determinante en el éxito político y empresarial de Bush hijo, quien por mucho tiempo fue un bueno para nada. En el año 1989, cuando la rosca política empezó a nombrarlo como posible candidato a la gobernación de Texas, él le dijo a un amigo suyo: “Ya sabes, podría presentarme para gobernador, pero en el fondo no soy más que una creación de los medios de comunicación...Nunca he hecho nada”. Sin embargo, Bush padre, además de ser un oscuro y poderoso empresario, fue congresista, embajador, director de la CIA, vicepresidente, presidente y junto con David Rockefeller y Henry Kissinger hace parte de los miembros más poderosos del Grupo Bilderberg, un compendio de logros con el que este mandracu no necesitó hacer mucho para que su hijo mayor fuera elegido presidente, para luego él con su gallada gobernar en la sombra.

El escritor Hatfield quedó atrapado en la poderosa red de apoyo del presidente Bush; tan pronto se supo de su obra, varios hombres lo seguían a todas partes mientras a la vez soportaba una lluvia de amenazas de muerte contra su hija y su esposa; como fue explicado, la primera edición, para evitar líos judiciales fue recogida y quemada por el primer editor, y, cuando encontró un nuevo editor, con amenazas le exigían que editara el libro a un formato en el que la biografía del presidente coincidiera con la imagen del líder político ejemplar que a toda hora veía la opinión pública por la prensa escrita, la radio y la televisión, pero hacer ese cambio era inútil porque el libro, igual pero con más datos oscuros acerca de la familia Bush, con el apoyo de la editorial de un músico ya lo estaban vendiendo en muchos lugares.

El escritor no conseguía trabajo, pero, personas que él no conocía, en todas partes lo invitaban a tomar licor y en poco tiempo se volvió alcohólico y abandonó la escritura, lo cual hacía parte del trabajo sucio que le hacía una agencia de inteligencia. Sin embargo, le daba vueltas al contenido de su libro y siempre llegaba a la conclusión de que en su obra había datos diferentes a los líos judiciales de Bush con los narcóticos que molestaban más que éstos a la rosca del gobierno americano, pero, como eran tantos y tan diversos, no se inclinaba por ninguno en especial. Pensaba que podía ser el tema relacionado con la historia negra del poderoso banquero Prescott Bush, abuelo del entonces presidente Bush, quien había financiado a los nazis y había sido investigado por haber intentado un golpe de estado en Estados Unidos en la época triunfante de Hitler. Y, por haber muerto antes del atentado del 11 de septiembre, el autor no supo que uno de esos datos era el que se refería a la sociedad de Bush con el hermano de Osama Bin Laden, en la que se lavaban dineros de las más oscuras procedencias.

Con una alianza entre la rosca del gobierno y los carteles poderosos de la prensa, la publicación del libro fue obstruida hasta después de la campaña presidencial del año 2000, una contienda que, según se ha dicho, con fraude y toda clase de patrañas ganó Bush con una diferencia de solo 525 votos a favor, un resultado que hubiera podido ser distinto si, entre otras cosas, los votantes al leer el libro hubieran sabido de la sociedad de Bush con el hermano del ya mundialmente conocido líder terrorista que poco después de la muerte del escritor, supuestamente, causó el mayor acto de terrorismo ocurrido en Estados Unidos.

El 15 de julio de 2001, Hatfield fue con un abogado experto en seguros, que le proporcionó el gobierno, a una empresa de seguros que, sin que él lo hubiera solicitado, a favor de la hija y la esposa del escritor había expedido una póliza por una fuerte suma de dinero que cubría su muerte por cualquier causa, pero, aunque resultó ser legal, su vigencia era de un año y se vencía el 21 de ese mismo mes. Dos días antes, el escritor había recibido dicha póliza por correo y junto a ésta venía una nota que decía que debía suicidarse antes de que se venciera el seguro, si no quería dejar a su familia en la miseria. Puede resumirse que en la nota le advertían que de todos modos sería pato muerto antes de terminar ese mes y que si se suicidaba no tendría que sufrir el fuerte martirio del otro modo de muerte que le esperaba.

La nota le recordaba a Hatfield que el filósofo y escritor Séneca, al arrepentirse de sus errores, se había suicidado para evitarle líos con sus escritos al Nerón del primer siglo. Y le decía que Séneca, hasta entonces, era un hombre rico, pero que luego de suicidarse, todas sus propiedades pasaron a ser de Nerón quien además hizo suicidar a la esposa del escritor, a sus dos hermanos, a un sobrino suyo y a todas las personas del entorno del filósofo que no eran de su agrado, una injusticia que no se repetía por sus errores ya que él sería el único ajusticiado y, a cambio de su absoluto silencio en este asunto, su esposa y su hija cobrarían la póliza y quedarían siendo ricas.  

El escritor Hatfield fue hallado muerto en una habitación del Hotel Days Inn de Springdale, Arkansas, el 18 de julio de 2001, en cuya época él era el americano más perseguido por la maquinaria corrupta del presidente Bush, liderada entonces por Karl Rove, un sujeto uña y mugre del presidente Bush de quien se dice que fue quien delató la identidad de la espía Valeria Plame, en represalia porque el diplomático Joseph Wilson, esposo de ella, se opuso a la invasión de Estados Unidos a Irak. Antes de ser aliado de Bush, Karl Rove había trabajado con el expresidente Nixon, un líder político que era un gran maestro del engaño y de quien él había aprendido muchas de sus patrañas.

Señoras y señores mandracus, fue un gran honor que me escucharan con tanta atención. Espero que hayan disfrutado de mi actuación y les pido un fuerte aplauso para recibir al siguiente actor.